DÍA DE MUERTOS EN EL CINE MEXICANO Y SU ECO EN HOLLYWOOD.

El ritual de recordar
El Día de Muertos, celebrado cada 1 y 2
de noviembre, es una de las tradiciones más profundas y poéticas de México.
Lejos de concebir la muerte como final, la cultura mexicana la abraza como
continuidad, diálogo y memoria. Ofrendas, velas, pan de muerto y flores de
cempasúchil crean un puente simbólico entre los vivos y los difuntos, un
espacio donde el dolor se transforma en canto y color.
Esta visión única ha cautivado también al cine, que desde sus inicios encontró
en el Día de Muertos un escenario ideal para narrar historias sobre el alma, el
recuerdo y la identidad. Tanto el cine clásico mexicano como las producciones
modernas de Hollywood han reinterpretado esta celebración, convirtiéndola en un
símbolo visual y emocional que trasciende fronteras.

El Día de Muertos en el cine clásico
mexicano
El Día de Muertos ha sido una fuente
inagotable de inspiración para el cine mexicano y hollywoodense, transformando
la memoria, la muerte y el ritual en narrativas visuales que celebran la vida
desde lo simbólico, lo fantástico y lo profundamente humano. En México, el cine ha convertido el Día
de Muertos en un altar narrativo donde se entrelazan la crítica social, el
misticismo y la estética popular. Desde la Época de Oro hasta el cine
contemporáneo, esta festividad ha sido retratada como un espacio de resistencia
cultural y resignificación simbólica.

“Macario” (1960), de Roberto Gavaldón
Basada en el cuento de B. Traven, Macario
es una de las joyas más emblemáticas del cine mexicano. Ambientada en el México
virreinal, la historia sigue a un humilde campesino que sueña con comerse un
pavo entero sin compartirlo con nadie. Su deseo se cumple el Día de Muertos,
cuando recibe la visita de tres entidades sobrenaturales: Dios, el Diablo y la
Muerte.
El encuentro con esta última,
personificada de manera humana y serena, convierte a Macario en una
profunda reflexión sobre la fragilidad de la vida, la desigualdad social y el
destino. La fotografía en blanco y negro de Gabriel Figueroa, cargada de
sombras y simbolismo, logra capturar el espíritu místico de la festividad. Esta
película fue la primera mexicana nominada al Óscar como Mejor Película
Extranjera y es, hasta hoy, la representación más filosófica y poética del Día
de Muertos en el cine nacional.

“La Llorona” (1933), de Ramón Peón
Considerada la primera película de terror mexicana, La Llorona combina la leyenda popular con la imaginería fúnebre del Día de Muertos. Aunque la trama se centra en el espectro que llora por sus hijos, la cinta está impregnada de los símbolos de la muerte mexicana: altares, velaciones, calaveras y el temor reverente hacia los espíritus. Esta obra marcó el inicio de un subgénero que vinculó el terror con las creencias populares. El filme no solo asusta, sino que retrata cómo la muerte convive con la vida cotidiana, anticipando la estética que luego definiría al cine fantástico y de horror mexicano durante las décadas de los 40 y 50.
“Día de Muertos” (2019), de Carlos Gutiérrez Medrano, es una
animación mexicana que recupera la tradición desde una mirada juvenil. Salma,
una huérfana en busca de sus raíces, viaja al mundo de los muertos. La película
celebra la memoria familiar, la identidad y la conexión espiritual, con una
estética vibrante que honra los elementos tradicionales: altares, papel picado
y flores.
El eco del Día de Muertos en el cine de
Hollywood moderno

“Coco” (2017), de Lee Unkrich y Adrian Molina
La película de Pixar supuso un homenaje
sin precedentes a la tradición mexicana. Coco no solo introdujo el Día
de Muertos a audiencias internacionales, sino que lo hizo con respeto, belleza
y profundidad. La historia de Miguel, un niño que viaja al mundo de los muertos
para descubrir el valor de la familia y la memoria, sintetiza la esencia del
ritual: recordar es mantener vivos a los que ya partieron.
Visualmente, Coco se inspiró en el colorido de las ofrendas, en las
calles empedradas de pueblos como Guanajuato y Oaxaca, y en los acordes del
mariachi y el bolero ranchero. La película ganó dos premios Óscar y se
convirtió en un fenómeno cultural que reivindicó la identidad mexicana desde la
animación global.

“Spectre” (2015), de Sam Mendes
Aunque no es una película sobre el Día
de Muertos, Spectre, de la saga de James Bond, cambió para siempre la
manera en que el mundo imagina esta celebración. La secuencia inicial, filmada
en el Centro Histórico de la Ciudad de México, muestra un desfile monumental
con calaveras gigantes, catrinas y música tradicional.
Curiosamente, este desfile no existía antes en la realidad. A raíz del impacto
del filme, el gobierno mexicano instauró desde 2016 el Desfile del Día de
Muertos como una festividad oficial, inspirada directamente en la ficción.
Así, Spectre transformó el imaginario cinematográfico en realidad
cultural, demostrando cómo el cine puede alterar e incluso reinventar las
tradiciones.
Reflexión final: entre la pantalla y el
altar
El cine ha hecho del Día de Muertos algo
más que una fecha: lo ha convertido en metáfora universal sobre la memoria, el
amor y la identidad. En Macario, la muerte es sabiduría; en La
Llorona, advertencia; en Coco, afecto; y en Spectre,
espectáculo.
Cada una de estas películas, desde su contexto, reinterpreta la relación entre
la vida y la muerte que define al pueblo mexicano. Porque al final, ya sea
frente a un altar o ante una pantalla, recordar a los que amamos sigue siendo
el acto más profundamente humano —y cinematográfico— que existe.


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